jueves, 19 de mayo de 2011

De Madrid ¿al cielo?

Aunque en este blog no pensaba hablar de política doméstica, dada la repercusión internacional que está teniendo la protesta escenificada por Democracia Real Ya, hoy le voy a dedicar este post.

No hace falta que explique que miles de personas han tomado las calles de las principales ciudades de este país en una muestra de hastío hacia la clase política y dirigente española sin precedentes. De nuevo,  gracias a Internet y a las redes sociales se ha gestado un movimiento de protesta difícil de parar. Todos los medios nacionales se han hecho eco de estas movilizaciones (sobre todo de la toma de la Puerta del Sol) que han logrado desviar la atención sobre las elecciones municipales y autonómicas del próximo domingo. Todos ellos, con más o meno acierto, se han preguntado acerca de quiénes componen este movimiento, de qué es lo que piden y de si hay alguna mano negra  o figura en la sombra que lo está orquestando. Lo mismo pasa con los partidos políticos que se han vistos sorprendidos por una reacción popular inesperada. Pero, ¿era realmente inesperada? No, en absoluto. De hecho, que haya cogido desprevenidos tanto a los partidos como a los medios de comunicación muestra la desconexión existente entre estos y la realidad cotidiana de este país , ya que  el movimiento Democracia Real Ya no se ha creado de la noche a la mañana. Hace ya varios meses que el enfado, la rabia, el descontento y, sobre todo, el cansancio de la población (especialmente de los jóvenes) se viene poniendo de manifiesto en Internet, a través de e-mails, de mensajes en Facebook y Tuenti, en foros… Cualquiera que hubiera estado mínimamente atento habría podido ver todas estas señales y habría podido predecir lo que se avecinaba. Aunque también es cierto que dada la tradicional apatía de los españoles en todo lo referente a la política, lo que no se podía esperar es que en su primera convocatoria lograran movilizar a tanta gente.

En efecto, una de las primeras cosas que remarcan diarios internacionales como Le Figaro es la cantidad de personas salidas a la calle, según este periódico, contra las altas cifras de desempleo. Y es que si nuestros propios medios no terminan de aclararse en cuanto a las reivindicaciones de los manifestantes, menos aún lo hacen los medios internacionales. Para los medios franceses la protesta está claramente influenciada por la gran cantidad de parados en España y la ven como un anticipo del coste electoral que para el PSOE van a tener los recortes y reformas que el Gobierno se ha visto obligado a hacer para tranquilizar a los mercados, a la Unión Europea y al FMI. Los medios anglosajones, en especial los yanquis, hablan de ella como la  "Revolución española", el siguiente capítulo de las revoluciones del mundo árabe y casi como una señal de que las protestas juveniles iniciadas en Túnez y Egipto pronto se extenderán también por Europa, aunque en este caso motivadas por la crisis económica. De todos los periódicos que he leído, el que quizás tenga una idea más cercana a lo que de verdad está sucediendo es el Corriere de la Sera, el único que pone el acento en el cansancio de la gente ante una clase política por la que no se siente representada, ¿será porque en Italia también saben mucho de políticos corruptos, ególatras y que ignoran al pueblo?

A pesar de las diferencias en la aproximación a la noticia, todos estos medios internacionales tienen algo en común. De un modo u otro, de todos se desprende la idea de que lo que está sucediendo en España es algo pasajero, casi anecdótico, motivado por la cercanía de las elecciones y que se diluirá cuando pasen éstas. En ninguno de los diarios europeos se muestra preocupación alguna ante la posibilidad de que cunda el ejemplo y las protestas se reproduzcan también en sus países. ¿Estarán en lo cierto? ¿Perderá fuerza la protesta tras las elecciones? Lo estén o no, lo que sí es cierto es que algo ha cambiado y espero que para siempre. Por fin parece que la gente se interesa por la política, porque nos guste o no, en un Estado democrático la política nos afecta a todos siempre e ignorarla (que es lo que se ha estado haciendo hasta ahora) no es la mejor forma de conseguir que cambie. De hecho, la verdadera pregunta que hay que hacerse es si los manifestantes y quienes los convocan tendrán el valor necesario y estarán dispuestos a dar el siguiente paso: convertirse en políticos, en la clase de políticos que quieren que exista, ya que es la única forma realista de conseguir el cambio que buscan.

Ya para terminar, una reflexión que me ronda por la cabeza: ahora que Obama va a anunciar una especie de nuevo Plan Marshall para apoyar a los movimientos que en pro de cambios democráticos se están produciendo en el norte de África y Oriente Medio y dado que el Washington Post y el New York Times asocian la protesta de la Puerta del Sol con las de la plaza Tahrir del Cairo, ¿lo tendrá en consideración para que vengan algunos de esos dólares a España? Aunque la respuesta es que obviamente no, siempre podremos rodar Bienvenido Mr. Marshall 2.

3 comentarios:

  1. Pese a todo el problema sigue estando ahí. No nos gustan las propuestas políticas actuales pero son las que hay. Las elecciones son ya, y ¿a quién votar?
    Yo voy a hacer uso de mi voto pero, aunque suelo ser una persona positiva, en este caso me invade el pesimismo :(

    ResponderEliminar
  2. El problema de este “movimiento” (que más bien llamaría “movimientos”) es que, de un lado ni saben lo que quieren una buena parte, y los que saben lo que quieren… Ayer escuché a varios de los llamados “portavoces”, y lo dicho, lo que quería uno no era lo que quería otro… o no sabían que querían…

    El verdadero peligro del “movimiento” lo encuentro en la posibilidad de ser “atraído” o “capitalizado” por algún determinado grupo o grupos políticos. En ese caso nos podríamos encontrar que el efecto “pretendido” puede revertir justo en lo contrario, dependiendo de la/s tendencia/s que prevalezcan, en caso de no se disuelva el efecto…

    ResponderEliminar
  3. Mari, tienes razón: el problema sigue estando ahí. Aunque en las elecciones municipales es algo menor porque en la mayor parte de los pueblos y ciudades pequeñas se suele votar motivado más por la persona que se presenta que por el partido del que forma parte o su programa. Pero en las generales y autonómicas el problema es real, ¿qué hacer? Por eso comentaba en el post que la única forma de solucionarlo es crear una nueva formación política que lleve en su programa las reivindicaciones que están en la calle y que rentabilice el descontento generalizado en forma de votos. Pero, por ahora, no parece que estén dispuestos a hacer eso, siguen confiando, o mejor dicho, esperando a que quienes ahora están ahí cambien un statu quo que les favorece. A veces, la única forma de limpiar algo implica mancharse las manos y no sé yo si quienes protestan tienen esto claro (esto también lo pongo en referencia al comentario de Manuel).

    ResponderEliminar