lunes, 20 de junio de 2011

¿Qué le pasa a Europa?

Europa, esa extensión de tierra que se extiende desde los Urales hacia el oeste para precipitarse en el Atlántico y en el Mediterráneo; cuna de los mayores imperios que ha conocido la Historia y madre del pensamiento y de la civilización occidental. Punto de encuentro y choque de naciones y escenario durante milenios de cruentas batallas. El Viejo Mundo. Europa es una realidad tan vasta y compleja como la Humanidad misma. Intentar dar una respuesta a la pregunta que hace las veces de título de este post sería una labor para toda una vida, por ello es necesario acotarla.

En la serie de entradas que inicio hoy voy a tratar de explicar qué está sucediendo en la UE, que, aunque muy importante, es sólo una fracción de esa compleja realidad europea. Analizaré cuestiones como los rescates financieros, las ampliaciones, los retos que afronta el proceso de integración, el euro-escepticismo, etc. Todo con el objeto de dar una imagen lo más fiel y cercana posible (dentro de mis muchas limitaciones) de los problemas que acucian a la Unión, de cómo se ha llegado a ellos y de las perspectivas de futuro que tenemos .

Hoy para comenzar, y pensando sobre todo en quienes no estéis demasiado familiarizados con las cuestiones europeas, voy a intentar ofrecer una síntesis de la actualidad de la UE:

La Unión Europea es el resultado de un proceso de integración único en el mundo. ¿Qué es lo que lo que lo caracteriza y diferencia? La cesión de una parte de las competencias soberanas de los Estados que la integran a la Unión. Más adelante, en otro post, hablaré de la historia del proceso de integración europea para que podamos entender dónde estamos. Por ahora baste decir que actualmente forman la UE 27 Estados, aunque no todos están en el mismo nivel de integración. A la unión monetaria, es decir, al Euro sólo pertenecen 17 de ellos y, últimamente, tres (Grecia, Irlanda y Portugal) han tenido tales problemas con su deuda soberana que han tenido que ser rescatados (al menos sobre el papel). A pesar de estos problemas financieros, la Unión Europea sigue siendo el mayor bloque comercial del mundo, aunque desde hace tiempo todas las previsiones auguran la pérdida de esta posición  a favor  de las nuevas potencias económicas, en especial de China.

El funcionamiento de la UE descansa en sus instituciones: el Parlamento, el Consejo de la UE, el Consejo Europeo, la Comisión, el Tribunal de Cuentas, el Tribunal  de Justicia de la UE, el Comité Económico y Social y el Banco Central Europeo, amén de en otros muchos organismos. A todo este entramado administrativo le dan vida sus más de treinta y dos mil funcionarios. Todo un aparato burocrático que ha generado uno de los principales problemas a los que se enfrenta hoy día la Unión: la desconexión con sus ciudadanos, que la perciben como algo extremadamente distante y complejo (o, simplemente, incomprensible), un nido de tecnócratas ajenos a los problemas diarios de la gente de a pie. Esta percepción, unida a la crisis económica ha favorecido a una corriente de pensamiento anti europeísta (o, al menos, euro-escéptica) que se ha ido colando en los gobiernos de algunos Estados miembros.

En resumen, la Unión Europea, el más exitoso experimento de integración regional, actualmente no atraviesa su mejor momento. Tiene que hacer frente a retos tan serios como las dificultades financieras de algunos de sus miembros que están poniendo en peligro la existencia misma del Euro; la pérdida de competitividad y de su liderazgo comercial en el mundo; la tensiones internas que han supuesto las últimas ampliaciones; el desapego de una ciudadanía que no se siente parte de la construcción europea y la aparente falta de voluntad política de profundizar en el proceso de integración.

En próximas entradas del blog hablaré, como he dicho antes, del camino que ha seguido la formación de la UE, de las etapas que ha vivido y de cómo se ha ido llegando a los problemas que he enunciado en el párrafo anterior. Espero que os resulte interesante.

jueves, 16 de junio de 2011

Paralelismos en la Historia

¡Ya estoy de vuelta! Hoy quiero compartir con vosotros una reflexión que tuve al leer  un artículo sobre el papel que ha adoptado Arabia Saudí en las revueltas árabes. Al leerlo no pude dejar de tener una cierta sensación de déjà vu y es que no cesaba de ver paralelismos entre lo que está pasando ahora y la Historia moderna de Occidente. 

1789 marcó el inicio en Europa de una época muy agitada y convulsa en la que se fueron produciendo sucesivas oleadas revolucionarias y que, en mi opinión, no concluyó hasta 1917 con la caída del zar ruso, último de los regímenes absolutistas. Las revoluciones de Túnez y Egipto y sus efectos, su contagio a otros países árabes, me traen a la mente una y otra vez la imagen de los revolucionarios franceses y del posterior imperio napoleónico difundiendo por una Europa fuertemente arraigada en el Antiguo Régimen las nuevas e incendiarias ideas de la revolución. Las grandes potencias conservadoras de la época (Austria, Rusia y, en menor medida, Prusia) se sintieron amenazadas por esos nuevos ideales y trataron de hacer todo lo posible para evitar su avance. Es más, derrotado Napoleón, intentaron acabar con  toda huella de la revolución y sus ideas durante la llamada Restauración. Salvando las distancias, eso mismo está tratando de hacer ahora Arabia Saudí, ayudando a sofocar las protestas y buscando apoyos y alianzas, al igual que hiciera en su momento la Rusia zarista al proponer la creación de la Santa Alianza. Al igual que el Zar en aquel entonces, la monarquía saudí es quien más tiene que perder en caso de que la revolución se contagie a su territorio y de que triunfe.

Antes de que nadie alguien empiece a tirarme tiestos a la cabeza, tengo que reconocer que son muchas las diferencias existentes entre lo que ocurrió en Europa en el siglo XIX y lo que está ocurriendo hoy día en el mundo árabe. Para empezar, en aquella época sólo existía Europa y con ello quiero decir que esas revoluciones se estaban produciendo en el seno de las naciones más poderosas del mundo en su momento. Hoy, los revolucionarios pueden contar con el apoyo de poderosos aliados que hagan muy difícil la labor de los contrarrevolucionarios. Es decir, Arabia Saudí no habría podido enviar a los 100.000 Hijos de Alá, por poner un ejemplo, para sofocar las protestas en Egipto. Ninguna potencia occidental se lo habría permitido (aunque sí que ha enviado soldados a Bahréin). Otra gran diferencia es que entonces la ideas revolucionarias se expandieron mediante la exportación de la revolución o, en otras palabras, mediante las campañas bélicas de Napoleón contra los imperios europeos. Hoy día las ideas han viajado de una forma más pacífica y más rápida a través de Internet. Por último, otra gran diferencia es que hoy día queremos que los cambios cristalicen de un día para otro y que los nuevos regímenes democráticos se consoliden de la noche a la mañana. En Europa hicieron falta más de 100 años y una guerra mundial para conseguir que el feudalismo desapareciera de todo su territorio.

En conclusión, aunque sea en diferentes escenarios y con diferentes actores, la Historia se repite una y otra vez, porque tan arraigado está en el ser humano el deseo de ser libres como el deseo de dominar a los otros y mientras eso siga siendo así siempre habrá revolucionarios y contrarrevolucionarios.

PD: a partir de la semana que viene y a fin de no volveros locos a quienes seguís este blog, intentaré que la periodicidad con la que publico entradas en el post sea lunes, miércoles y viernes. Obviamente si ocurre algo importante en el escenario internacional que así lo requiera, le dedicaré una entrada con independencia del día de la semana que sea.

jueves, 9 de junio de 2011

Nota informativa

¡Hola a todos! Últimamente tengo un poco abandonado el blog, pero es que en estos momentos estoy liado. El mundo por Zunino regresará a partir del martes próximo. Gracias por vuestra paciencia.